lunes, 2 de diciembre de 2013

ROSAS Y ESPINAS

A veces no todo sale como esperábamos.
En ocasiones, la vida nos presenta dificultades muy difíciles de superar, pero en muchos casos, nuestro peor enemigo es nuestro propio cerebro, el cual se encarga de protegernos en exceso. Motivo éste, por el cual nos auto compadecemos y permitimos que nos llegue el miedo, la angustia, la depresión…
El sentimiento de desánimo aparece, generándonos una sensación de cansancio (sin tener motivos para ello), sin ganas de hacer nada...y sin embargo, sintiendo una sensación de vacío (aburrimiento).

En estos momentos, y hace ya unos días, me veo envuelto en ese sentimiento de desánimo.
De hecho, cuando me he sentado delante del ordenador, me he quedado unos minutos mirando la pantalla, pensando si escribir o quizás volver a cerrar el ordenador y abrazarme a mi sofá. Pero qué puñetas, escribir me gusta y me ayuda a expresar lo que con la palabra muchas veces callo.

Hemos crecido envueltos en historias mágicas de los cuentos y las películas americanas en que siempre hay finales felices, pero lo cierto es que en la vida real las situaciones o vivencias no siempre acaban bien.
Proyectamos ilusiones y expectativas en lo que hacemos, lo cotidiano del día a día y en las cosas especiales de días señalados. Buscamos que todo salga tal cual esperamos. Todo tiene que ser perfecto. Invertimos mucha energía, pasión y ganas para que todo vaya bien. Pero a veces esta energía y ganas no son suficientes.

Sin saber cómo ni por qué, de un momento a otro la cosa se complica, se producen cambios y todo nos sale al revés. Es entonces cuando nos invade una sensación profunda, aterradora y tremendamente dolorosa que es la FRUSTRACIÓN.
La frustración es una emoción negativa, de rabia, tristeza, impotencia por sentir que las cosas no están funcionando tal como teníamos previsto.
Cada persona es un mundo, y hay tantas formas de vivir la frustración como personas existen. Me refiero a la actitud frente a esta emoción.

La solución a mis problemas, no consiste en culpar a los demás de ellos. He de tener bien claro que quien debe solucionar mis problemas soy yo mismo ¿acaso mi misión es solucionar los problemas al mundo?, pues la misión del mundo no consiste en cargar con mis problemas.


“No importa lo que te pasa, importa cómo te tomas lo que te pasa.”


Según esa actitud y la lectura que hagamos de aquello que nos pasa, tocaremos fondo y/o saldremos airosos con mayor o menor  dificultad.
A menudo olvidamos que la vida no es un camino de rosas siempre. Sino que, además de situaciones y vivencias agradables, también las situaciones desagradables y negativas forman también parte del lote. Las rosas tienen espinas y nos podemos pinchar.

Lo importante, y no siempre fácil, es aprender cómo afrontar y encarar esa situación de dificultad para salir del pozo, y levantarse del suelo para poder volver a caerse si es necesario.
Actuando así es cuando aprendemos, maduramos y crecemos como personas.
Quién no ha escuchado alguna vez la frase: “Lo que no te mata te hará más fuerte” , y , la verdad... cuanta razón tiene!!!

Hemos de aprender de los problemas y dificultades que nos genera la vida. Cada problema que solucionamos aumenta nuestro ego, fortaleciendo nuestra mente, preparándonos para futuros problemas.
Todas las situaciones de esta vida tienen su parte positiva y su parte negativa. Hemos de simplificar los problemas, si estos son grandes, trocearlos e ir venciéndolos poco a poco.
Con estar amargado no conseguimos nada y  de postre, amargaremos a quienes nos rodean.

Este sería el camino o secuencia de acontecimientos:
Caerse – Levantarse – APRENDER – CRECER – Seguir caminando – Volver a caer

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