lunes, 6 de junio de 2016

HERMANISIMOS

"Me pasé la infancia durmiendo en litera, compartiendo todo con mi hermano. Lo bueno y lo malo".
Esta frase dicha por casualidad en una cena con amigos, risas, vino y buena comida se ha quedado rebotando en mi cabeza desde el sábado.

Tener hermanos es como tener manos o pelo. Estás tan acostumbrado, te son tan familiares, estás tan harto de verlos que no les prestas la atención que debieras. No los piensas...no los ves...pero sí los sientes. Pueden pasar días sin que les hagas ni puñetero caso. Al igual que tus manos funcionan solas sin que tú les prestes atención y tu pelo va a su aire, crece o se cae cuando quiere... Así son los hermanos. Sólo los percibes, eres consciente de ellos, cuando te duelen, cuando los necesitas o se descontrolan... para bien o para mal.

Hasta ahora ninguno de mis posts trataba sobre mis hermanos. Pues bien, ya era hora.
En mi caso...siempre los he tenido. A pesar de todos estos años, sé que soy un hermano atroz: tocacojones como nadie, protestón, me enfado en cero coma tres segundos y además, y esto les fastidia muchísimo, cuando hay que ser bueno soy muy bueno pero cuando hay que ser malo soy el mejor.

En ultimos años nuestra relación ha cambiado, no digo que a mejor ni a peor, simplemente ha cambiado porque nosotros y nuestras vidas lo han hecho. Hoy pensaba que la mejor edad para tener hermanos es ahora.
Y digo esto porque cuando eres pequeño, joven, cada uno es de una forma. Según veo yo mi mundo, uno sería un triángulo, otro un cuadrado, otro un círculo... cada uno tiene su forma particular y sus aristas, y sin embargo no somos conscientes de ello. Uno no sabe lo que es, no sabe manejarse a sí mismo y por supuesto es incapaz de percibir, de ver lo que sus hermanos son. Vemos diferencias, uno se siente triángulo y ve a su hermano como un cuadrado espantoso. No le parece un cuadrado perfecto, ni bonito ni nada por el estilo, solo ve que NO es como él, que obviamente es como habría que ser.

Con la edad y el paso del tiempo, las aristas de cada uno se van puliendo, se van encontrando huecos en los hermanos y en uno mismo para poder ir encajando, para complementarse, construyendo y dando lugar a un "algo" que podrá estirarse, retorcerse, separarse pero raramente llegará a romperse.

No, no idealizo a mis hermanos. Dios me libre de idealizar a nadie (otra cosa no, pero exigente con las personas soy como nadie). Me sacan de quicio infinitas veces a lo largo del año, tienen defectos que me cuesta tolerar y otros que me cabrea que no combatan, porque sé que podrían mejorar. Somos incompatibles en muchísimas cosas pero hemos aprendido a encajarnos (no a martillazos ni a presión). Nos encajamos adaptándonos unos a otros cuando sabemos que nos necesitan, nunca de la misma manera con todos porque como ya he dicho nos sabemos diferentes como personas y también en la manera de enfrentarnos a la vida.

En ocasiones he pensado cómo sería la ausencia de un hermano. Uno está preparado, o cree estarlo, para la muerte de los padres, es ley de vida, son mayores que uno y morirán antes. Uno jamás está preparado para la muerte de un hijo, es antinatural. Pero... la muerte de un hermano debe ser como asomarse a la propia muerte.  Ufff, terrible. No quiero pensarlo ahora, hoy NO.

Somos cuatro hermanos y, cada uno con sus aristas, siempre estamos y estaremos unidos.
Besazo a mis hermanos!!!!!!

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